Unos pies casi más grandes que mi cabeza
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Aunque últimamente el tiempo no acompañe, lo cierto es que estamos en primavera. Empezamos a despojarnos de prendas de abrigo más gruesas que sustituimos por trench o gabardina, parkas y cazadoras vaqueras (sí esa que tienes desde hace siglos y que cada año que pasa te gusta más y más).
Hacemos un pequeño y casi tímido cambio de armario para hacer las sustituciones pertinentes de ropa y calzado y adecuarlo un poco más a estas temperaturas; sin pasarnos, como os decía, porque el calor aun no ha hecho realmente acto de presencia.
Esta será la estampa de mucha mujeres pero ¿qué pasa con las que estamos embarazadas?
Nuestro caso es algo peculiar porque muy probablemente (sobre todo si estáis en avanzado estado como es mi caso) aunque el calor no haya aparecido con toda su fuerza, en nuestros cuerpos sí jaja. Tenemos un micro clima particular, algo diferente al del resto de la población y ya no necesitamos ni la mitad de prendas que llevábamos hace tan solo unas semanas o un mes y algo.
En concreto quiero hablaros hoy del calzado: mi particular cruz en este momento. Como seguramente os ocurrirá a muchas de las futuras mamás que me estáis leyendo, estoy sufriendo de un mal muy común: la temida y odiada retención de líquidos. ¡Ah sí amigas, ha llegado mi hora! Y eso está implicando básicamente que desde hace un tiempo no puedo utilizar zapato cerrado.
Ya guardé mis botas, botines y mis zapatillas porque ahora mismo solo puedo aspirar a llevar bailarinas y zapatos con algo de tacón ancho o cubano (menos mal que me gustan desde siempre! Incluso fue el tipo de calzado que elegí para mi look de novia ;))
Y debo añadir que estoy deseando con todas mis fuerzas que las temperaturas suban algo para poder empezar a calzar mis sandalias; sospecho que pese a la incomodidad del calor extra que notaré, serán mis nuevas mejores amigas. Bueno, mejor dicho las nuevas mejores amigas de mis pobres pies.
Además de lo anti estético que es tener unos pies casi más grandes que mi cabeza (hay que ver lo exagerada que soy ;)) es algo incómodo y a ratos diría casi molesto. La pesadez, los gemelos cargados y esa sensación de “patas de elefante” que convive conmigo y que no creo que me abandone hasta que haya pasado el parto.
Grandes dosis de paciencia, medias compresivas, preso terapia, masajes con gel frío, baños de agua con sal y mimos extra son mis particulares aliados. Además de renunciar a lucir pies y buscar el calzado más cómodo posible, como os comentaba una líneas más arriba 😉
Y ahora si os apetece contadme: ¿habéis sufrido este problema durante vuestros embarazos? ¿Cómo conseguíais llevarlo mejor? ¿Algún remedio o truco que podamos poner en común y nos sirva de ayuda?
María Blasco
www.rojovalentino.com