Una llamada de atención
¿Qué está pasando? ¿Qué es lo que falla?
No quiero traer culpa. La culpabilidad viene sola y ayuda poco.
Quiero traer conciencia. Conciencia de donde estamos y a donde vamos. Vivimos momentos complicados. Luchamos y trabajamos por sacar adelante a nuestros hijos, lidiamos con numerosos problemas en el día a día, muchas situaciones nos superan y hacemos lo que podemos que ¡es mucho! ¡muchísimo!
Los medios de comunicación nos invaden con malas noticias y muchas hacen referencia a nuestros hijos; fracaso escolar, bullying, desmotivación, adolescentes desorientados en lo personal y futuro profesional, adicciones nuevas que se suman a las que desgraciadamente ya conocemos… Casi todos conocemos un caso en nuestro círculo de amistades o familia.
¿Qué es lo que está pasando? ¿Qué hace que los jóvenes de hoy necesiten consumir “likes” en las redes sociales para sentirse bien? ¿Quiénes se engañan más? ¿Ellos? o ¿Nosotros cuando miramos a otro lado y nos repetimos “cosa de chavales lo hacen todos”? ¿Quién, que no sean sus padres, ha de infundir en la adolescente que ha de amarse, que merece ser feliz aunque un grupo no la considere la “chica popular” de la escuela?
Educar a nuestros hijos es una tarea dura, no es fácil, es una carrera de fondo en la que muchas veces no obtenemos resultados a corto plazo lo que provoca desánimo. Al mismo tiempo, educar a nuestros hijos, es la tarea más trascendente que podemos hacer en esta vida, la más maravillosa. La más bella. No hay nada comparable con disfrutar de nuestros hijos. Si no es así… ¿Vale la pena?
- ¿Qué legado queremos dejarles?
- ¿Cómo queremos que nos recuerden?
- ¿Qué hacemos como padres para prevenir aquellas situaciones?
- ¿Cómo nos estamos formando para desempeñar el rol más importante, SER PADRE, SER MADRE?
- ¿Qué hacemos para aprender a disfrutar de nuestros hijos?
Seamos honestos con nosotros mismos. Dejémonos de excusas. Las excusas están bien pero no nos las creemos ni nosotros cuando las decimos. Es algo que tiene que ver más con las prioridades y con el compromiso.
Reconozco que tengo sobrepeso, puedo tranquilizarme a mi misma (lo he hecho muchas veces) excusándome con la falta de tiempo o cualquier otra explicación. Me estaría engañando. Tiene que ver con mis prioridades y con mi compromiso. El ejercicio no es mi prioridad. Estoy más comprometida con el sofá que con el gimnasio. No pasa nada. Decido libremente pero con conciencia y honestidad. No es fácil, cuesta admitirlo, aunque siendo un problema más estético que de salud me lo permito.
Sin embargo. ¿Qué pasa cuando hablamos de nuestros hijos? ¿Es lo mismo? Si son nuestra prioridad absoluta y nos llenamos la boca con estas palabras… ¿Con qué estamos realmente comprometidos? ¿Qué hacemos para honrar este compromiso? ¿Estamos siendo coherentes?
Empezaba a escribir con una llamada de atención y quiero terminar con una llamada a la acción.
¿Qué podemos hacer los padres?
Podemos hacer mucho, podemos hacer “TODO”.
Si queremos niños luchadores, empáticos, equilibrados emocionalmente, positivos, capaces, proactivos que no sean víctimas de sus circunstancias… tengamos claro que solo podemos hacerlo predicando con el ejemplo. Necesitamos entonces padres, empáticos, capaces, positivos, proactivos y luchadores. Padres que sepan aceptarlos, que les den el espacio que necesitan para ser quienes son, que refuercen, inspiren, respalden, que les den alas para desarrollar todas sus potencias y capacidades.
Podemos formarnos para crecer como personas y dar lo mejor de nosotros como padres a nuestros hijos.
¿Te apuntas a este compromiso?
M. Ángeles Jové