Consejos

El mejor regalo para tus hijos eres tu y dispones de “este” preciso momento para demostrárselo

A veces las situaciones nos sobrepasan y podemos hacer daño a las personitas que más queremos. Y, precisamente por eso, porque las amamos y son importantes para nosotros hemos de tomar conciencia y replantearnos ciertas cosas. Cuando “juzgo” que lo que ocurre no debería ocurrir ¡Y está pasando delante de mis narices!…. Entonces,  sale lo peor de mí.  La alternativa es PARAR Y RESPIRAR. ¡Qué paradoja cuando PARAR se convierte en un atajo! Si, en el camino más corto para llegar a ser la mamá que queremos ser, imperfecta aunque la mejor para nuestros hijos.

PARAR, RESPIRAR Y CONECTAR con el MOMENTO PRESENTE ACEPTÁNDOLO SIN JUICIO ¡Casi nada, ¿Verdad?! No es fácil. Requiere constancia, consciencia, autoconocimiento y sobretodo gobierno de uno mismo. Acallar el ruido de nuestra mente, esa historia o dialogo interno que me desconecta del aquí y me separa del ahora, que contamina la realidad de este preciso momento con mis juicios, interpretaciones, valoraciones…
 

¿Qué puede ayudarte a hacer ese “clik”?

1. Dedica unos instantes a recordar con curiosidad quien es tu hijo, intenta imaginar un mundo visto por sus ojos, es decir, desde su punto de vista desprendiéndote del tuyo.  A punto de salir de casa tu hijo de tres años tiene pipí. ¡Lleva puesto hasta el abrigo! Los adultos podemos comprender tu malestar.  Tu peque no alcanzará a entender tu disgusto. “¿Es malo tener pipí? ¿Mamá se ha enfadado? ¡Ayer se puso súper contenta cuando le dije que tenía pipí!

2. Imagina durante unos minutos cómo te ve y cómo te escucha.

¿Cambiarías la forma en la que estás siendo? ¿Le hablarías de otro modo? ¿Le sonreirías más? Me viene a la cabeza una pregunta que me hacían mis hijos cuando eran pequeños, “Mamá, ¿estás enfadada?” Me pregunto ahora ¿Qué verían en la expresión de mi cara? ¿Era consciente de mi impacto? 

3. Dedica unos minutos a ser consciente de las expectativas que tienes depositadas en tu hijo. ¿Son las que más te ayudan o le convienen? ¿Corresponden a tus necesidades o a las de tu hijo? ¿Son simplemente REALES?

4. Practica ver a tu hijo tal como es. Acepta y acógelo amorosa y generosamente como el niño de tres, de nueve o de siete años que es.


Aún así, puedes sentir que no sabes qué hacer, qué decir, cómo actuar…

Observa la totalidad del momento y simplemente PUEDES NO HACER O DECIR NADA. Aprender a convivir con esta tensión es una carrera de fondoMANTENER LA CALMA PUEDE SALVARNOS de aquellos segundos que lo cambian todo, que giran “un momento” y lo tornan oscuro.

 

M. Ángeles Jové
Equipo AEIOU
www.coachingpadresaeiou.com

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